Mucho antes de la aparición de la diabetes, se producen cambios invisibles y apenas perceptibles en su cuerpo que "anuncian" la enfermedad.
La insulina es una hormona sintetizada por el páncreas para ayudar a la glucosa del torrente sanguíneo a entrar en las células musculares, grasas y hepáticas, que la utilizan como fuente de energía.
De esta manera, la glucosa llega a las células y los niveles de glucosa en sangre se mantienen dentro de los límites normales, explican especialistas especialistas de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).
Posteriormente, la cantidad de insulina secretada también se reduce.
A veces, este mecanismo de ajuste fino deja de funcionar correctamente. Cuando una gran cantidad de glucosa llega al torrente sanguíneo, el páncreas sintetiza más insulina para asegurar su entrada en las células.
Su nivel aumenta (hiperglucemia) y el cuerpo liberará más insulina para compensar.
Inicialmente, la resistencia a la insulina no tiene manifestaciones. Los síntomas comienzan solo cuando hay un aumento en los niveles de glucosa en sangre, según los expertos Diabetes.co.uk, la comunidad global más popular de pacientes con diabetes. Cuando esto sucede, los síntomas pueden ser:
- Letargo/fatiga.
- Sensación constante de hambre.
- Dificultad para concentrarse ("niebla" en el cerebro).
Otros síntomas de resistencia a la insulina pueden ser:
- Acumulación de tejido adiposo en el abdomen.
- Hipertensión.
- Aumento de los niveles de colesterol.
La resistencia a la insulina también puede estar asociada con una afección dermatológica llamada acantosis nigricans.
El aumento de los niveles de insulina en la sangre a veces conduce al engrosamiento y la pigmentación de la piel en los pliegues del cuerpo, como el cuello, las axilas o la ingle.
Si la resistencia a la insulina progresa a prediabetes, los síntomas incluyen aumento de los niveles de azúcar en la sangre y varios de los síntomas clásicos de la diabetes tipo 2.
Con la progresión lenta de la enfermedad, los individuos afectados se adaptan gradualmente a estos síntomas de resistencia a la insulina y minimizan su importancia.
Además, las manifestaciones son sutiles e inespecíficas, lo que hace aún más difícil identificar el problema. La fatiga puede atribuirse a las actividades cotidianas, el aumento del apetito puede no ser siempre obvio y los problemas de concentración pueden atribuirse a otras causas. Todos estos síntomas de resistencia a la insulina a menudo se consideran normales en la vida cotidiana.
Las otras manifestaciones pueden atribuirse erróneamente a otras afecciones, como cambios hormonales, trastornos del sueño o, simplemente, estrés.
Afortunadamente, la resistencia a la insulina es reversible, lo que significa que podemos prevenir la diabetes. No existe un tratamiento farmacológico específico para esta afección, pero se puede controlar a través de una serie de medidas que han demostrado su eficacia.
Para poder superar de la mejor forma esta condición y retomar la salud puede poner en práctica los iguiente:
- Dietas hipocalóricas – con muy pocas calorías.
- Actividad física regular en combinación con una nutrición saludable.
- Programas de pérdida de peso bajo la supervisión de un nutricionista.
- Intervenciones bariátricas.
Todos estos métodos tienen un denominador común: reducen los requerimientos de insulina del cuerpo y ayudan a perder peso.
Si tiene síntomas de resistencia a la insulina, comuníquese con su médico para una evaluación e investigación. Las pruebas de diagnóstico pueden incluir la prueba oral de tolerancia a la glucosa o la prueba de hemoglobina glucosilada.
Posteriormente, se recomienda controlar regularmente los niveles de glucosa en sangre para seguir la evolución de la afección.
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